Estoy cansada de hacer planes y sólo obtener a cambio escusas, de que nadie sea lo suficientemente valiente de levantarse y decir lo que piensa y lo que siente, aunque no me vaya a gustar lo que tiene que decir, pero al menos me quedaría con que yo soy, o por lo menos lo fui, más importante que su cobardía. No hay nada peor que pararte a pensar que nadie a tu alrededor tiene lo que hay que tener para luchar por tí si hace falta, para conservarte, para hacerte feliz. Todos se escudan en escusas que ni ellos mismo se creen, pero que los mantiene en su burbuja de confort, creyéndose felices. Hasta que llega alguien y les planta cara, les explota la burbuja y les hace ver que todo lo que tienen no es nada, ya nada les llena. Y para colmo, la culpable eres tú, por hacerles ver lo que estaba delante de sus narices; por hacerles ver lo que ellos tanto se empeñaron en esconder tras su cobardía, sus escusas y sus lamentaciones. La verdad que siento pena por aquellos que se conforman con lo que siempre han tenido, porque se le ha dado, y no buscan metas que alcanzar, ni moverse por las cosas que quieren tener o que no quieren perder.
Estoy harta de tener que buscar soluciones a las escusas de otros; harta de que no sean lo suficientemente valientes para vivir.

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